Nunca olvidaré el invierno de 2017. Un amigo que me preguntó: ¿Ya se comunicó contigo Sara? Una de mis amigas más cercanas de la infancia. Yo le respondí que no. Y él me dijo: Llámale. Ha pasado algo terrible.
Sara estaba deshecha. Su sobrino de quince años se había quitado la vida sin ninguna razón aparente. Mi amiga y su sobrino habían hecho planes para las fiestas unos días antes y no podía entender que había pasado. En cuanto fue posible tomé el primer vuelo para acompañarla.
La muerte de Francisco ocasionó un dolor que conmocionó a todos. Los padres de Francisco apenas podían mantenerse en pie. Mi amiga tuvo varias crisis muy fuertes durante su funeral. La tristeza de todos era infinita. Lo terrible de esto es que aún hoy se desconocen las causas de su decisión.
Cuando llegó el momento de sepultar su cuerpo, era una mañana fría y blanca. Había nevado la noche anterior. Al momento de darle su último adiós, empezaron los gritos llenos de dolor y las lágrimas de todos corrían como ríos y se congelaban en nuestras mejillas. El viento helado nos golpeaba en la cara, haciéndonos sentir más dolor y tristeza. Ha sido la despedida más triste que he vivido.
Cuando regresaba, lloré varias horas en la capilla del aeropuerto. Después de llorar y orar, pensé: La muerte de Francisco no puede ser en vano. Y tomé acción.
Llegando a mi ciudad, abrí la cuenta de Facebook @MyLifeContract (Mi contrato de Vida), como recordatorio permanente personal y de mis amigos acerca de la importancia de la prevención del suicidio.
En cada oportunidad invito a las personas a firmar su contrato y compartirlo. Ya perdí la cuenta. Hemos superado más de 3,000 personas que han firmado el contrato de vida no solo en México sino en varios países de habla hispana.
Francisco fue una persona de millones que mueren por suicidio cada año. Tú y yo podemos cambiar las estadísticas. ¿Cómo podemos hacerlo?
1. Comunícate. Habla con un buen escuchante.
2. Siente. Da atención a tu vida emocional.
3. Llora. Cuando lo necesites.
4. Exprésate. No te lo quedes.
5. No te aísles. Convive con tu familia. Frecuenta a tus amigos.
6. Cuídate. No te suicides sutilmente: Como cuando no vas al médico, comes lo que te hace daño o no sigues tratamientos.
7. Ánclate en la vida. Fluye con la vida a pesar de cualquier circunstancia.
8. Pide ayuda. No estás sol@.
Tu vida es una canción única que no puede ser reemplazada o cantada por alguien más. Sin ti, no estamos completos. Sin ti, la sinfonía de la vida no está completa. Aún nos falta la canción de Francisco.
(Los nombres reales han sido cambiados por respeto a mi amiga y toda su familia.)
Abrazo con cariño,
AnaG